Y no estoy hablando de la melodía de la famosa agrupación de Liverpool sino de las hazañas de otro cuarteto (que no es musical ni mucho menos): Jairo, Luis Enrique, Marcos y de quien redacta esta nota tras nuestro paso por la última edición del maratón de Londres.
En cuanto a mí, después de una temprana lesión del tobillo izquierdo y varias sesiones de fisioterapia sólo esperaba el milagro y aferrarme del vasto pero agotador kilometraje de los entrenamientos. Luciendo una pierna afeitada y vendaje obligatorio estaba, eso si, listo y motivado para un maratón como ningún otro.
Recorrimos la exposición el viernes por la tarde, donde los organizadores del evento se habrían asegurado de dejar en claro el toque inglés característico de orden y pulcritud de tan distinguida cita deportiva. Definitivamente un ejemplo de cultura a seguir y que debería ser replicado (mantengo la esperanza, en algún momento) hacia nuestros países de América Latina.
La reunión es en el lobby temprano el día sábado para hacer un último recorrido por Green Park de apenas 5K para conocer los preparativos para la llegada de la carrera y liberar un poco de adrenalina que esperaba por ser liberada muy pronto. Por la noche, la acostumbrada cena de la pasta no se hizo esperar para llenar el cuerpo de carbohidratos y escuchar las últimas indicaciones de logística y recorrido para el gran momento.
Y la mañana llegó…
Saldríamos temprano por la mañana hacia los campos verdes del Greenwich Park preparados para la larga espera antes de la hora de la partida. Que agradable bienvenida para la inmensa marcha de los maratonistas que se apresuraba para llegar a su sitio de reunión. De nuevo, el orden y el buen servicio se hicieron presentes: bebidas isotónicas, agua, baños, camiones de almacenaje y más!
Allí el comandante nos revelaría la sorpresa de este viaje: seríamos abrigados en elegantes y llamativos trajes de cirujanos dispuestos para entrar en acción. El traje de los hombres-basura no sería necesario en este caso pues la ocasión y el clima no lo ameritaban.
En las cercanías del punto de la media maratón atravesando el famoso puente “Tower Bridge” (milla) y apoyado por el enorme vitoreo de una multitud acumulada a ambos lados, Jairo se despedía tras un saludo breve y sus últimas palabras: “Como que estamos lentos Marcos”.
Al llegar al distrito de Shadwell llega con gran emoción una de las mejores imágenes de la carrera. Las veloces gacelas, mujeres y hombres de élite pasan del otro lado de la avenida tras la atónita mirada de miles y los deseos de poder alcanzar a las estrellas del asfalto. Una efímera ilusión que se desvanece mientras se alejan rápidamente y la masa se dirige al distrito de Poplar.
Con un aire de novedad y rascacielos de ambos lados estamos ante la cara más joven de la ciudad. Bordeando el río Támesis regresamos al sector del paseo Victoria Embakment y ante nosotros está el “Ojo de Londres” verificando nuestros últimos pasos. El Big Ben, el Hall de Westminster, el Parlamento del Reino Unido y la Abadía de Westminster son algunos de los clásicos de la ciudad y que pasan ante nuestros ojos cuando estamos sobre la milla 25.
Una milla más y estaremos llenos de gloria. Visualizando el St. James Park con los saludos de la reina desde el Palacio de Buckingham entramos a la recta final para recibir los máximos honores, el galardón a nuestra constancia y esfuerzo.
Finalmente logramos reunirnos todos en una sola pieza. La espera por los 42K terminó: lo habíamos logrado!
Llegamos con un maestro y regresamos con nuestra propia versión del “bombardero de la Reina”. Su poderosa derecha y velocidad se manifestaron para lograr un excelente tiempo de 3:50:02. El comandante demostró la solidez de la experiencia, entrenamiento y constancia presentes en el momento de la verdad para lograr unas excelentes 4:12:56.
El “chamo” y mi persona logramos un desempeño muy parejo hasta el kilómetro 30 cuando Jairo decidió acelerar su paso para terminar su proeza en unas 4:15:22. Sintiendo que estaba haciendo lo correcto al mantener mi ritmo y decidido a terminar el recorrido londinense con la cabeza en alto continué en versión “solo” para este último tramo. Con 4:23:22, casi truncado por las lesiones y el excesivo calor del día que había obligado a más de 2000 corredores a retirarse de la carrera veía mi objetivo cumplido con arduo esfuerzo.
Finalmente podrían celebrar en grande su victoria en tierras lejanas, degustar de la extensa cultura de la cerveza inmersa en un típico pub inglés acompañado por un tradicional plato de fish&chips a gusto del corredor. And we live a life of ease, everyone of us, has all we need, in our yellow submarine…
Por: Marcos Subía Carvajal
RESULTADOS
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